1.9 HISTORIA SAGRADA: Historia
de los ángeles caídos o demonios
Antes de admitir a los Ángeles a
la visión plena de Su Gloria (Visión Beatífica), Dios los sometió a una prueba, al igual que el hombre tuvo su prueba.
La naturaleza de la prueba no se conoce con
certeza, pero muchos teólogos sostienen que el Padre Eterno reveló a los
Ángeles la futura Encarnación de Su Divino Hijo, y les hizo saber que al
Dios-hecho-Hombre deberían rendir adoración.
Luzbel, uno de los más gloriosos, elevados y bellos Ángeles de
la Corte Celestial, deslumbrado y ofuscado por el orgullo, habiéndose atribuido
a sí mismo los maravillosos dones con que el Creador lo había dotado, se rebeló contra Dios, no aceptó el
supremo dominio del Señor y se constituyó así en el "adversario" de
su Creador levantando su gran grito de rebelión y de batalla: "No
serviré" (Jer. 2, 20). "Seré igual al
Altísimo" (Is. 14, 14). Muchos
Ángeles le siguieron en su orgullo. Se dice que hasta un tercio de ellos
(ver Ap. 12, 4) ). Pero en ese momento otro
gran Arcángel, igual en belleza y gracia que el arrogante Lucifer, se
postró ante el Trono de Dios y, en un acto de adoración profunda, opuso al grito de batalla de Lucifer uno de
amor y lealtad: "¿Quién como Dios?"
("Miguel").
Y es así como San Miguel Arcángel obtuvo su
nombre con su grito de fidelidad, y es así como Luzbel se constituyó él mismo
en Lucifer, "Satanás" ("adversario"), el Enemigo, el
Diablo. A éste se han aplicado las palabras del Profeta Isaías: "¿Cómo
caíste desde el Cielo, estrella brillante, hijo de la Aurora? ¿Cómo tú, el
vencedor de las naciones, has sido derribado por tierra? En tu corazón decías:
'Subiré hasta el Cielo, y levantaré mi trono encima de las estrellas de Dios
... subiré a la cumbre de las nubes, seré igual al Altísimo' Mas ¡ay! has caído
en las honduras del abismo." (Is.14, 12-15). (Según los exégetas estas
palabras son una parábola alusiva directamente al Rey de Babilonia e indirectamente
a Satanás, cuyo espíritu y acciones se reflejaban en la conducta del Rey)
La conclusión de esta batalla entre los Ángeles Buenos y los ángeles malos se encuentra
en el Apocalipsis (12, 7-10): "En ese momento empezó una batalla en el
Cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron contra el
Monstruo. El Monstruo se defendía apoyado por sus ángeles, pero no
pudieron resistir, y ya no hubo lugar para ellos en el Cielo. Echaron, pues, al
enorme Monstruo, a la Serpiente antigua, al Diablo o Satanás, como lo llaman,
al seductor del mundo entero, lo echaron
a la tierra y a sus ángeles con él".
Dice San Pedro: "Dios no perdonó a los
ángeles que pecaron, sino que los encerró en cavernas tenebrosas, arrojándolos
al Infierno" (2a. Pe. 2, 4). "No hay arrepentimiento para ellos
después de la caída, como no hay arrepentimiento para los seres humanos después
de la muerte" (San Juan Damasceno). Y el Catecismo nos dice que no fue por
un defecto de la Misericordia Divina que el pecado de los ángeles caídos no
fuera perdonado, sino debido al carácter irrevocable de su elección. (cfr. CIC
392 y 393).
La enseñanza
de la Iglesia Católica sobre los ángeles y el demonio (cfr. CIC #391-395 y
413-415), según lo exponía el Papa Juan Pablo II basándose en la Sagrada Escritura (cfr. Jn.
5, 19 - Mt. 13-38-39 - Mt. 17, 21 - Mc. 9, 29 - 1aPe. 5, 8 ) es, entre
otras cosas, la siguiente:
1) Satanás
sigue incitando al hombre a rebelarse contra Dios.
2) Satanás
y los ángeles caídos tratan de ocultarse e intentan que no se crea en ellos.
Así pueden actuar mejor contra el hombre.
3) El
Padre Nuestro, oración que Jesucristo nos enseñó, nos recuerda que estamos continuamente expuestos al Maligno: "no
nos dejes caer en tentación; líbranos del Mal - del Maligno".
De la Catequesis del Papa
Juan Pablo II
en la Plaza San Pedro, 13-agosto-86
http://www.homilia.org/Angeles/4_caidos.htm